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Los sentimientos viajan a su propia velocidad, sin escuchar
a la razón. Hubo un día en que pensé que todo dependía de mí: el querer, amar,
extrañar e incluso esos sentimientos poco gratos estaban bajo el control de la
razón. Muchos cometemos el error de pensar que si te cierras, si no confías o
no crees en nada ni en nadie te mantendrás a salvo del dolor, es una de las
mentiras más grandes que existe. Las emociones fluyen a su propio ritmo, te llenan
o te mortifican pero es parte del vivir. Si crees en ti, si buscas la luz
interior y te conviertes en una persona resiliente podrás ver que el sol cada
día te entrega algo nuevo, que no hay oscuridad eterna ni noches sin estrellas
y que ningún dolor dura para siempre.
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